Y por fin llegó el gran dia. El dia D a la hora H. ¡Hey, espera! A las 6.30 sonó el primero de mis despertadores. (pongo varios por seguridad, que lo apago y sigo durmiendo tan feliz). Como imaginaba, lo apagué refunfuñando, ya no me acordaba por qué lo habia puesto.
Cuando ya estaba volviendo a entrar en el sopor profundo me acordé: ¡LA CARRERA! mmmmgggggrrrrrrrr, zzzzzz, pués a la porra.
Y de pronto un recuerdo inesperado me asalta: ¡que he quedado y tengo yo los dorsales! zzzzzzzzzññññmmmmmmmmmrrrrrrrrr. Como pude me tiré de la cama. y comencé la rutina que habia diseñado la tarde anterior. Ir por orden, cosa a cosa hasta la puerta. Suena el segundo despertador y estoy a medio camino de meterme una manga. ¿Dónde he puesto el dorsal? (lo tenia que haber dejado puesto ayer, me regaño).
El tercer despertador suena, indicándome que ya tenia que salir por la puerta y ¡todavia tengo la boca llena de galletas! Me tomo el tazón de leche y cuando salgo por la puerta me doy cuenta de que no he cogido las gafas. Grrrrrrr.
Salgo del portal y echo a correr en dirección al metro, en un vano intento de recuperar el tiempo perdido. Para variar, el metro va más que despacito. Joroña más que joroña. Faltan dos minutos para la hora de la quedada y todavia estamos en la Avenida de América.
Se montan allí muchos corredores. Un grupete se sienta a mi lado y de pronto uno se da cuenta de que se ha olvidado el dorsal en casa. Mira y remira la mochila. Se maldice, los demás se rien de él y le toman el pelo:
--Pareces nuevo.
--¿Y ahora qué hago? No me da tiempo a volver y ¡maldición! tampoco puedo dejar la mochila en el ropero. Miradas entre divertidas y confusas.
Uno le cede el resguardo de ropero de otro alguien, que no iba a ser usado.
Y por fin llegamos al destino: Plaza Castilla, con cinco minutos de retraso. Allí en el sitio en que habíamos quedado estaba mi gran amigo. ¡qué puntualidad! Y ni una queja. Eres un sol, majo.
Nos vamos hacia los roperos a dejar nuestras pertenencias. Hace un frio que pela. Él se queda en manga corta y yo como siempre con demasiada ropa.
--¿Vas a ir así? Te vas a achicharrar después.-- me asesora.
Bueno, no me achicharré mucho porque a veces venian ráfagas de aire muy frio.
Los kilómetros van transcurriendo plácidamente con su amena conversación. Como yo no le puedo dar la réplica más que con monosílabos, se pone a cantar.
-- ¿Y en qué tiempo dices que quieres llegar? Vamos muy bien. ---me anima.
Hacia la zona del Bernabéu nos adelanta un cretino con carro de bebé. ¡Cómo no! me digo .¿Qué hará cuando llegue a las intalaciones del canal, que es un cuello de botella?
Un guardia nos anima con alegría:
--" ¡Rápido, rápido! que la señora tiene que pasar. Venga corred más rápido".
Mientras sujeta por los hombros a una linda ancianita, no sea que se le escape y tengamos un problema, que quiere ir a misa y la Iglesia le queda al otro lado del rio incesante de corredores,.
El avituallamiento con sus tradicionales bolsas de 1 litro de agua que pocos recogían. Es imposible abrirlas y beber de ahí, sin embargo se ven los intentos en la calle con pequeños charcos que el árido y seco asfalto engulle con celeridad.
En el primero de los giros, se ve a todo el mundo atrochando por la acera, y me dice mi amigo:
-- Tu, ve por dónde quieras que yo sigo el recorrido.
-- Yo también
-- Así me gusta, el recorrido completo.
Y sin problemas de espacio, porque éramos los únicos que ibamos por el medio de la curva asfáltica. (Otro de los mios. Cada dia me caes mejor, majete)
En Bravo Murillo nos adelantan dos personas con una camiseta brillante, Me quedo leyendo los carteles de su espalda. Dos ojos y cuatro piernas, reza uno. Ciego a la vista, reza el otro. Y les vemos alejarse a buen ritmo unidos por la cintura con una especie de cinturón. Podrian ir incluso más deprisa. Mi amigo y yo les alabamos por la sorpresa y lo dificil que parece.
Por fin la recta final. Yo queria que entráramos a la vez, pero... es ver el reloj allá a lo lejos y pierdo la noción del cansancio. Me olvido de todo más que mirar aquel reloj e impedir que los segundos vuelen. Mis pies toman brio sólos cómo si les hubiera puesto un motor, y ni veo al resto de participantes, sólo huecos por dónde poder colarme.
Al final otro mordisco a mi tiempo con mmp, según mi reloj... Gracias amigo, gracias compañero. Correr a tu lado es todo un lujo, un honor y un placer.
Mi última carrera con broche de oro.
Nos dan papeles de otras carreras.
---¿Has visto ésta? ¿Qué te parece? ¿Nos apuntamos?
Le miro a los ojos sonriendo y ...
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