Este año me hacía mucha ilusión correr, y encima con un motivo extra, pero no ha podido ser.
Sin embargo, aprovechando que la tarde estaba soleada, a pesar de la mañana de lluvia
intermitente, y que no hacía demasiado frio, me acerqué a
mirar, eso sí más abrigada que un esquimal cuando pasea por el polo. Y acabé andando cinco kilómetros de la misma.
Es emocionante entrar en el vagón del metro y que ya vaya repleto de corredores. Que mi nariz se llene con los efluvios del reflex. ¡Cada vez me gusta más ese olor! Me recuerda a emoción, a alegría, a entusiasmo. No sé si será una droga, pero a mi me pone de muy buen humor.
Salimos en procesión en la estación de Concha Espina y todos íbamos siguiendo la misma dirección. Desde arriba ya se divisaba el inmenso gentío que habia abajo. Imposible circular por allí, entre las vallas y la muchedumbre.
Volví a subir, intentando encontrar el final de las vallas. Es un mareo ver a los corredores corriendo desde el otro lado.
Había mucha gente, con la camiseta y sin ella, desde posiciones anteriores a la línea de salida, los esforzados voluntarios los arreaban, como a las gallinas:os, os, para que se fueran más hacia adelante. Allí pude ver a gente en bici, a papás con coches de niños, a perros tirando de sus dueños, vamos como en una carrera pequeña, pero era emocionante ver qué pasaría cuando dieran el pistoletazo de salida y los 35000 corredores oficiales, más los que se animan disfrazados o sin disfrazar salieran a toda pastilla.
Como me imaginaba, eso parecía una estampida, ( imaginaos las pelis de estampidas, pués eso mismo) : gente por aqui, por allá, por las aceras, ni subido encima de un banco estabas seguro. ¡Qué sensación de peligro! Y eso que eran pacíficos corredores que van a lo suyo sin molestar a nadie. No se podia ni hacer una foto, porque bastante tenía con permanecer lo más quieta posible, y que me rodearan.
Hasta que no pasó toda la primera tanda, no me moví. Después fui calle abajo, andando por la acera, esperando que el segundo turno me pillara a buen recaudo en alguna calle más ancha, o con árboles a los que trepar. Ni siquiera en Serrano, estaba uno a salvo, a pesar de los cuatro carriles y de los bancos dispuestos en diagonal: También había muchos corriendo por la acera.
Era precioso ver a tanta gente que se acercaba por primera vez: gordos toneles más anchos que altos con la camiseta empotrada, viejecitas que corrian más despacio que yo andando, toda una familia disfrazada, y papá-tonel preguntando cada dos pasos ¿llegamos a la meta ya? ¿llegamos a la meta ya? ¿llegamos a la meta ya? ,no,no,no, respondian las niñas.
Pude ver después las imágenes en la tele y aunque los comentaristas hablaron por primera vez de los sindorsales, y de lo malo que es eso. No comentaron nada de los que llevan carros de niños, por el peligro que representan para los demás corredores, y eso que salió uno saludando y todo.
Claro, que desde fuera se veia también muy peligrosas las motos con los cámaras por entre el mogollón de personas, y el perro ese que seguía su trayectoria formando con la correa y el dueño un bonito triángulo isósceles (lo digo por la amplitud de los ángulos formados).
Lo bonito de la sansil es esto: que es una fiesta total, que es muy bonito ver a la gente disfrazada, aunque este año haya habido menos gente así.
Las calles dificilmente puedan absorber, 35000 almas y algunos cachivaches y animales. ¿Cuántos habrá el año que viene?
Hola, Letrapi:
ResponderEliminarQuizá el exceso de corredores pueda acabar con el sentido de esta carrera, que es el de ser una fiesta. Un número de 30.000 ya estaba bien, pero 35.000 es una pasada, y el año que viene a saber.
Saludos
Allí estuvimos, en medio del mogollón.
ResponderEliminarBueno, ¿pero el año que viene leemos tu crónica de la carrera, no?
ResponderEliminarMuy buena tu visión.
Salu2 y feliz año.
¿Ya me vale, verdad? Después de tantos años yendo a mirar, espero que la sansil-2011 me pille con las zapas puestas, correteando por esas calles, ¡que no sabeis qué envida me dais!.
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