"El agua es tu amigo. No tienes que luchar contra él. Sólo comparte el mismo sentimiento, el mismo espíritu, y te ayudará a moverte".
En esto iba pensando el otro dia mientras nadaba en la piscina. Me parecia que iba despacio, pero cada vez que intentaba forzar la marcha, me descompensaba, e iba todavia más despacio. Así que, me olvidé de todo y me dediqué a disfrutar. Fue recordar esta frase y me di cuenta de cómo cambiaba, de que fluia por la superficie del agua mucho más fácilmente, a mayor velocidad y sin esfuerzo aparente.
Miraba los corchos pasar, mientras me movia ritmicamente y me dí cuenta de que pasaban más rápido de lo que suponía. Me sentia muy feliz, como si hubiera recordado una sensación olvidada de estar flotando entre el agua. ¿Sería que recordaba algo de mi época fetal? No lo sé, pero una sensación de bienestar placentero me invadia por momentos. Llevaba 50 vueltas y era como si ese fuera mi elemento. No sentia el más mínimo cansancio.
Puse el reloj en marcha, 28" una vuelta. Paré el reloj, eso no me importaba nada, y volví a disfrutar de mis sensaciones.
82 vueltas. Sin ápice de cansancio.
No queria salir, ¡estaba tan bien! pero el más elemental sentido de la prudencia me impidió seguir.
Seguí el entrenamiento con 4 kilometros de carrera a pie y otros 4 de andar que me llevaron a estar muy cansada por la noche, tanto que no logaraba conciliar el sueño. ¿Me habré pasado? No lo sé. Lo único que espero es poder volver a sumergirme en el agua y nadar, nadar, nadar....
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