Si quieres sentir el mar, las mil y una vicisitudes que pueden acontecer dentro de un barco y la maravilla de sentir la fuerza de la naturaleza en estado puro, este es tu libro.
Cuando te sumerges en las páginas de este libro, te encuentras en el mar. Y es fascinante. A veces. Otras te alegras de estar sólamente con un libro en las manos y de que esa aventura les esté pasando a otros.
Hay quien se pregunta ¿dónde está el límite? en este libro está la solución, y la respuesta puede ser terrible:
-- tú y el mar, tú y la soledad absoluta, tú y tu instinto de supervivencia, tú y tu fuerza, tú y un barco-nuez entre olas como rascacielos, tú y otra vez tú, y nadie más que tú a quien poder preguntar, pedir ayuda, o que te anime, o solucione un problema, tú y tus fantasmas, tú y tus miedos, tú y el viento, tú y el mar..
Cualquier otra prueba, es un juego de niños, comparada con esta regata. Sólo con leer el libro ya aprendes algo: los valientes van en solitario.
Un libro apasionante donde los haya y encima un relato real.
Esto dice la contraportada, para que te hagas una idea:
Diez meses antes de la llegada del hombre a la luna, nueve hombres muy distintos habían salido en barcos pequeños y mal equipados, determinados a hacer lo que hasta entonces nadie había conseguido: dar la vuelta al mundo sin escalas y sin ayuda externa. Sólo uno de los nueve cruzaría la línea de llegada, la fama, la riqueza, y la gloria. Para los demás, las recompensas serían la desesperación, la locura y la muerte.
Francis Chichester se había convertido en un héroe nacional en Gran Bretaña después de dar la vuelta al mundo parando solamente en Australia. De repente, lo que hasta entonces había parecido imposible, se convirtió en un reto para esos nueve hombres, entre ellos Kobin Knox Johnston, un joven capitán de la marina mercante; Bernard Moitessier, un francés místico; Donald Crowhurst, un brillante ingeniero electrónico; y Chay Blyth, sargento del ejército. No existía entonces ningún sistema de navegación por satélite, ni ayuda electrónica a bordo que los conectara al mundo o a posibles salvadores. Lo único que los podía salvar era su ingenio y sus barcos, navegando con cl sextante, el sol, y estrellas. La tecnología más sofisticada de la que disponían era una radio.
Una regata de locos es una increíble historia de unos individuos en plena lucha con el mar, hombres que durante meses vivieron conducidos por sus sueños y sus demonios en una cabina aproximadamente del tamaño de un pequeño vehículo. Para ganar solo debían soportar los más fuertes temporales, la soledad más inimaginable, las aguas más traidoras, y tomar las decisiones correctas en esos momentos en que una decisión puede significar la diferencia entre la vida y la muerte
A mi me gusta el mar, pero tanto como para pasar por este trance, no. ¿De verdad que te gustaria competir aquí? Sólo por la intención, te hago la ola, ya.
ResponderEliminaroh sí!!! me gustan los retos solitarios..
ResponderEliminarYo estoy seguro de que on tu tenacidad, espíritu de lucha, capacidad y simpatía eres capaz de dar la vuelta al mundo, no una, sino todas las veces que se te antoje. Eso si, como vuelvas como el loco munero, les digo a los tri que te den patadas hasta que te normalices.
ResponderEliminarGracias, vas ha hacer que me sonroje y ¡uff! ;P a la segunda parte.
ResponderEliminarYo creo que cuando uno ya está mal de antes, puede empeorar tras hacer un esfuerzo considerable como un ultra, un mega-ultra con tantas horas hirviendote la sesera, o una navegación en solitario, (aunque esto último, sea un deporte mucho más exigente que los anteriores), sino, estoy segura de que prohibirian estos deportes en el caso de que todos los participantes acabaran grillados, o como sonajeros, y teniendo alucinaciones de paranoias persecutorias, ¡vamos, digo yo!.Pero hasta ahora sólo hay un caso ampliamente documentado, digno para una tesis de psiquiatria o de sociología (¿es contagiosa la locura?)
Me has vuelto a dejar asombrado. ¿Estás haciendo una tesis de psiquiatria? fiú-fiú ¿a cuenta de los gereges? ¡Válgame la Macarena! son un filón. Y dime, ¿es contagiosa la locura, o ya eran así de antes y se atrajeron como las bolitas de mercurio entre si?
ResponderEliminarja,ja,ja, la tesis acabará siendo un best-seller, con toda esa información escabrosa, así que no adelanto las conclusiones
EliminarAbel, te apuesto una cena a que es la segunda opción: las ovejas y los gilipollas tienen en común una cosa, que se juntan con los de su especie para no desentonar.
Eliminar¿Incluyes lo de las denuncias que has puesto?
EliminarTreska, tio, acepto una cena pero a pachas, que me da que ganas con esa opción de todas todas, ja,ja,ja
Eliminaryes, of course!
Eliminar¡eres la leche! ja,ja,ja,ja
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