domingo, 2 de octubre de 2011

No te haces viejo porque corres, te haces viejo cuando dejas de correr


La época que más me gusta del año es el otoño. Me vuelve dulce, romántica, soñadora... La suave luz dorada del atardecer, el frescor de la mañana, los dias ligeramente cálidos, el arrullo de las hojas al caer o al pisarlas, las mil gamas de ocres, todo evoca a contar cuentos de hadas, de gnomos, de duendes, de elfos, de leprechauns....

En esto iba pensando mientras corria cuesta arriba, cuesta abajo (hoy me habia impuesto este modelo de entrenamiento), en esto, y en las palabras que parece repetir mucha gente a mi alrededor: No tienes remedio, cada tonto con su tema....

Y es que, parece que cuando hablo a alguien de un tema que no es de su agrado, en lugar de estudiarlo, simplemente lo aparta con alguna de estas frasecitas.

Pero no es que yo haga o diga algo extraño, no, simplemente hablo de correr con gente que no corre, hablo de matemáticas con poetas, hablo de yoga con ingenieros, de lo caras que se están poniendo las carreras con mega-ricos, de lo inapropiado de hacer trampas con tramposos, .... en fin, que cada grupo se encierra en su plácido habitáculo mental y lanza diatribas a los que tienen otras inquietudes y/o no están en su onda. Pobrecillos, ¡qué pobre, pequeño y simple es su limitado mundo interior!

Pero tengo una gran ventaja: sé leer.

Sí, saber leer y comprender lo que se lee, enriquece el espíritu con un mundo nuevo que se abre en cada libro.
Por eso sé que no soy yo sóla la soñadora, no soy yo sóla la que tengo tanta sed de aprender, que hay otros que me precedieron y otros más que me seguirán...

Pero centrándonos en los libros que hablan de correr, los que he leido sobre este tema, me han aportado muchas cosas que me han impactado. Unas precisamente por igualar lo que yo opino (¡caramba!, si no soy la única que disfruta corriendo como "Nacidos para correr"), otras por llevar a fijarme en cosas en las que no me había fijado hasta ese momento (las colas de caballo de las otras chicas, me hacen sonreir, recordando al autor de "De qué hablo cuando hablo de correr") , y juntos por enseñarme cosas que no conocía (" El zen de correr" y "Nacidos para correr"; por cierto, ¡qué buenas me han salido las tortas de pan de chia!)

Pero quizá, me falta todavia el coraje necesario para no olvidar todas las teorias que he leido, y ponerlas en práctica a cada zancada, o quizá es que me distraigo con el suave murmullo otoñal de las hojas. Aunque, me saca de mi ensueño un perro que parece haberme adoptado y me sigue a mi, para mi desgracia, en lugar de a su confusa dueña, que aunque lo ata y se lo lleva, el pobre animal tira de ella para venir a mi lado, eso sí, siempre en plan amistoso, un par de veces más.

Sí, si, si, quisiera tener las fuerzas de los rarámuri para estar horas corriendo y sentirme bien conmigo, y más viendo que tres subidas escarpadas me han dejado hecha trizas.


Y cuando ya no puedo más, recuerdo esa frase que dice: "No te he haces viejo porque corres, te haces viejo cuando dejas de correr". ¡Ay, amigo! De ser cierto- digo mirando mis doloridos músculos- debería correr más todos los dias, ¿no te parece?


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