domingo, 9 de octubre de 2011

XXI cross barrio pilar


Amanecí antes de que sonara el despertador, cosa rara y todo un lujo, para pensar en la carrera, planificar el trayecto, y los sube y baja, para obtener el mejor rendimiento posible.

Luego, resulta que la realidad se impone tozuda con sus ideas propias.

Para empezar el metro no funcionaba. Llegó un tren pero todos sus viajeros tenian que desalojar por averia técnica, y el retraso se estimaba en más de un cuarto de hora. ¡grrrrrr!

Otro chico también con pinta de correr hoy, y yo, nos dirigimos hacia la salida.
--¿Yo voy a la de Tetuán, y tu vas a correr verdad?
-- Si, pero al barrio del Pilar y veo que no llego.

Me fuí corriendo tres estaciones hasta llegar a la que podía conectar con algún metro que tuviera enlaces.

Bueno, una forma original de hacer el calentamiento, ¿verdad?.

Llegué por los pelos a recoger el dorsal.

Ya estaba allí mi genial amigo, que tuvo el detalle de quedarse con la ropa que había llevado de más (la mañana estaba fresca).

Y nos lanzamos a correr. Cuesta arriba, cuesta abajo, cuesta arriba, cuesta abajo... dos vueltas y media a un circuito muy interesante.

Pero yo no sé lo que me pasa este año, que me quedo sin fuerzas o me asfixio cuando menos me lo espero. Casi al final de la carrera, me adelantó hasta el tato. No es que fuera muy adelante tampoco, pero que tengas a tu grupo de atrás contenido dos vueltas y te adelanten más de seis personas indica lo mal que iba. ¿Pero qué me pasa? Me faltaba aire y las piernas no me obedecían. Aún así he acabado, porque hubo un momento en que se me pasó por la cabeza abandonar.

A ver si para el año que viene, mejoro las subidas, que las bajadas veo que se me dan bastante bien, o al menos me da la sensación que vuelo y puedo alcanzar y adelantar a gente, que inevitablemente, me da alcance en la siguiente subida, ¡ay! este reprís...

Es curioso que haya mucha participación femenina en este cross y además corren que se las pelan, las amiguitas. ¡Felicidades a todas!

Y felicidades al club organizador, también.

Al final un trofeo con sabor agridulce, en una mañana extraordinaria, con una compañia de lujo.







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